martes, 9 de diciembre de 2008

La Quite

Hoy no es su cumpleaños, ni ha tenido su primer biznieto (aunque ganas, bien sabemos que no le faltan) ni es un día especial en su vida. Es un día como otro cualquiera en el que la Quite se levantará temprano para preparar la comida, fregar los cacharros o poner la lavadora. Siempre sirviendo, siempre atendiendo a los demás. Y eso con 82 años. Pero la Quite no sabe que hoy va a salir en este blog, es más, no creo que sepa que es un blog, post o link. A ella no le hables de nada de ordenadores que no tiene ni idea… la misma poca idea que tengo yo de preparar un buen puchero para quince personas o quitar las manchas de grasa de la ropa. O sea, cero patatero. Pero la Quite se merece un homenaje, (sí, sí, hasta en paños menores) como el que se dio ese día que fue a un balneario y disfrutó como una niña chica. Dice que se rió mucho y que se lo pasó muy bien. Pero yo quiero que la Quite se jubile de Madrid una vez por todas, que se vaya a una casita en el campo y viva también feliz el resto de su vida. Que vuelva a esa paz que sólo da un pueblo… y que le roba muchas veces la familia. Para que se vuelva tan fresquita como fresquita sale en la foto. ¿Cumplirá Papa Noel mis deseos?

¿Foto?: La Quite, natural como la vida misma

martes, 2 de diciembre de 2008

Carta abierta a mi caco

Existen cosas, objetos, denominados “personales”. Por ejemplo teléfono personal, (al que comúnmente llamamos móvil) u ordenador personal, vamos, el portátil de toda la vida. Pero lo que no sabía yo es que había ladrones que crean afinidad con ciertas personas. Sí, sí, como oís, que yo he descubierto que tengo un ladrón personal que me suele robar de vez en cuando alguna cosa de mi coche. Y es a él al que me dirijo en esta breve carta.

Querido ladrón:

Te llamo ladrón y no ladrona porque estoy segura que eres un tío y no una tía, porque en esto de sustraer piezas de los coches así porque sí, no suelen hacerlo las tías. Nosotras tenemos cosas más importantes que hacer (y sin duda más saludables y legales) que ir por ahí quitando tapacubos, antenas, retrovisores y hasta tapones de la ruedas.
Yo no hace falta que me presente, qué tontería, tú bien me conoces. Soy la dueña de tu coche preferido. Ese polo gris Wolkswagen que pulula por Sanse, de segunda mano y de más de cuatro años que tanto te gusta. Sé que fuiste tú el que me robaste de nuevo la misma carcasa del retrovisor que ya me mangaste justo el año pasado por las mismas fechas. Me conforta saber que has vuelto de nuevo a mi pueblo por Navidad, como el turrón, para hacerme más alegre las fiestas. Y no me cabe duda que estarás dando un buen uso a mi carcasa izquierda como palomitero casero, orinal o quizá casco militar para una fiesta de disfraces. Es broma. Espero que ya la hayas ido a vender a un desguace, vamos, al mismo sitio donde fueron a parar el año pasado las otras carcasas y los tapacubos traseros. Ays, de verdad, qué cínica me pongo a veces... Ya en serio: sólo deseo, mi ladrón de guante blanco y corazón negro, que de verdad que con esto de la crisis no te quedes en paro, (si es que no lo estás ya) porque si no, volverás de nuevo a mí... a robarme de nuevo. ¿Y qué será esta vez? ¿El volante? ¿La palanca de cambios? ¿Tal vez algún peluche que llevo en la bandeja de encima del maletero?

Adiós, ladrón de poca monta. O, como diría Woody Allen en una de sus pelis, "so colilla"...

¿Foto?: Señoras, vigilen sus bolsos, que hay mucho caco suelto.

jueves, 27 de noviembre de 2008

¿La mejor noticia del día?

Regreso a la palestra con la mejor noticia del día. Por lo menos para mí. Muchos ya la habréis leído en los periódicos, escuchado en la radio y seguramente la de Matías Prats esta noche en Antena 3, pero yo os la pongo por si las moscas. Una noticia de una mujer que hace un poco más humano a este mundo tan falto de honestidad.

Encontró 20.000 dólares mientras limpiaba y ahora son suyos porque nadie los reclamó

* Una limpiadora peruana los encontró en un avión de Iberia.
* Los entregó a sus jefes y ahora el dinero es suyo.
* Dos años y un día después, el objeto se considera abandonado.






Marisol tenía sólo cinco euros en su cartilla de ahorros cuando comenzó su jornada laboral en el aeropuerto de Barajas un día de verano de 2005. Al acabar su turno podía haber aumentado su cuenta, pero esta limpiadora peruana de 47 años prefirió devolver los 20.000 dólares que encontró abandonados en una bolsa dentro de un avión de Iberia.


Algunas compañeras criticaron que lo hubiera devuleto en vez de quedárselo. Ahora, tres años después, Marisol se ha llevado la sorpresa de su vida. "Me han llamado de la compañía para darme el dinero", contó ayer a 20minutos.es tras mantener el primer contacto con la asesoría jurídica de la aerolínea. Sobre lo ocurrido el día de los hechos sigue teniéndolo muy claro: "Jamás me arrepentí de devolver el dinero", asevera. A pesar de que ese mismo día tenía poco que poner en la mesa. "Pero mira... luego apareció mi hermano (que también reside en Madrid) con compra y carne para toda la semana". "Cogí una depresión".


Marisol no dudó ni un momento en devolver lo que no era suyo, pero no todas sus compañeras felicitaron su acción. "Me señalaban y criticaban que lo hubiera devuelto. Llegué a ponerme a llorar varias veces y cogí una depresión. Yo intentaba explicarles que ese dinero no era mío ni suyo", dice convencida de que lo que hizo era lo correcto. Eso sí, ella se olvidó del asunto nada más poner el dinero a buen recaudo. "Lo entregué a la seguridad del aeropuerto y ellos a mi empresa", recuerda. Una carta agradeciendo su honestidad había sido su única recompensa hasta la fecha.


Las cosas cambiaron el lunes, cuando recibió una llamada de Iberia. Ahora confía en recibir el dinero para devolver el crédito de 6.500 euros que pidió para viajar a Perú, donde su padre ha fallecido recientemente víctima de una enfermedad.Con lo que sobre y con ayuda de sus dos hijos sueña con poder dar la entrada para un piso. "Sé que es difícil, pero ya son 17 años de alquiler en Leganés".
¿Foto?: Marisol

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Vicente

Se llamaba Vicente porque lo vi en su vaso del Starbucks. Me topé con Vicente por casualidad la mañana más fresquita de la primavera, e hice que esa casualidad fuera mi rutina de todas las mañanas antes de entrar a trabajar. Él andaba a paso ligero, con el café en una mano y con El País en la otra. Y yo me cruzaba con él, un día tras otro, con el corazón palpitando por esa locura que me entró de repente de perseguir a desconocidos. Y digo perseguir porque pensé que no perdía demasiado tiempo en desviar mi ruta y ver a dónde llevaba ese café, porque estaba claro que el periódico era de Vicente por cómo cuidaba las páginas, procurando que las hojas no se arrugaran ni un milímetro, pero en cambio no daba ni un sorbo a ese vaso de descafeinado mocca tamaño tall. Vicente leía mientras caminaba milagrosamente entre semáforos y vallas amarillas, por lo que nunca levantaba la cabeza para mirarme. ¿Me habría sonreído quizás? Yo creo que sí, porque el mundo no nos da más que noticias malas. Aunque fuera sonreír por toparse de sopetón con mis ojeras mañaneras en una cara tan pecosa.
Pronto lo descubrí: Vicente entraba en un centro de la Tercera Edad y cinco minutos después salía con el periódico pero sin el café. Ese día de frío, me hubiera gustado merodear por el edificio en busca de alguna ventana abierta y colarme de un salto, pero mi adrenalina peliculera se me vino abajo porque el edificio tenía las ventanas de cristal y se veía todo a través de ellas. Me dio por rezar para que ese café no fuera para su novia-la enfermera-sexy, sino para aquella que estaba en la entrada, de igualita cara que el pitbull de mi vecina. Pues ni para la sexy, ni para la amargada, el café más caro de Madrid era para un señor mayor incrustado en una silla de ruedas. Vicente abría la tapa, echaba el sobre del edulcorante y envolvía la parte de abajo con unas servilletas para que el señor no se quemara. Y yo pensaba que era el chico más bonito del mundo por hacer esa tontería de la servilleta. ¿Y si Vicente no era mi locura persecutoria sino el abuelo de la silla? Total, pensé, Vicente es sólo es un nombre cualquiera. Saqué el móvil y mis manos congeladitas teclearon un sms: “Mari Carmen, pillé tráfico, llegó más tarde”. Enviar. Sólo me quedaban dos minutos, o tres como máximo, así que lo tenía claro. Me pareció oír la musiquilla de Indiana Jones cuando estaba entrando, pero eso seguro que también estaba en mi cabeza. Sólo tenía que decir una frase. “Vengo a ver a Vicente”. El pitbull pareció enternecerse. Y entré. Y para mi propia sorpresa, también me enamoré.

¿Foto?: Vasito Starbucks

viernes, 12 de septiembre de 2008

Yo también soy una Simpson

Si viviera en Sprinfield, así sería yo (o eso creo). Lo que hace el aburrimiento en el trabajo...
Pinchad en http://www.simpsonsmovie.com/ para hacer vuestros propios mini-muñequitos, jijiji.

¿Foto?: Loisimpson

martes, 9 de septiembre de 2008

Life is a kleenex

Una foto antigua. Año 1961. Varias niñas posando para la foto oficial de la clase. Nos situamos en Tánger, en la escuelas francesa de la ciudad. Las niñas eran de tantas nacionalidades como tonalidades de color tiene el arco iris. Había francesas, checas, italianas, rumanas, rusas, marroquíes… y también españolas. Mirad la fila de arriba del todo, la primera niña que hay a la izquierda. Esa es mi madre, con 9 años. Año 2008. Entra en mi oficina un chico en prácticas. Es sobrino de un amigo francés del jefe. El chico es muy moreno y se llama Ruddy Rehana. Apellido del padre claro, que el de su madre, me dice, antes de casarse era Gozal. “¿Gozal?”, me pregunta mi madre en casa. Y va en busca de algo. Me viene con una foto en la mano. “Yo estaba con una chica que se apellidaba Gozal en la escuela. Ésta”. Junto a la foto, un folio con los nombres de las niñas y sus apellidos según estaban colocadas. Cómo era mi madre de los detalles. “Sí, Stella Gozal”. Tercera fila empezando por arriba, la cuarta niña empezando por la derecha. Brazos cruzados y algo regordeta. La madre de Ruddy es francesa y estudió en Tánger. “¿Cómo se llama tu madre?”, le pregunto a Ruddy. “Stella”. Desde luego, el mundo es un pañuelo.

¿Foto?: Liceo francés en Tánger, curso escolar 1960-1961.

martes, 2 de septiembre de 2008

Come back

Es obvio que hemos vuelto de las vacaciones por tres razones fundamentales. Uno. Hay ocho millones de personas más en el metro que el viernes pasado, por ejemplo, que sólo éramos cuatro monos en un vagón. Dos. Vuelve el fútbol a nuestras vidas. Tres. Vuelven los periódicos gratuitos. Pero no uno, ni dos. Ayer, de golpe y porrazo, me dieron cuatro. ¿Pero para qué quiero tanto periódico? ¡Si sólo me va a dar tiempo a leer uno como mucho! Si supieran qué verano más aburrido sin saber nada del mundo... sin un mísero panfletillo para leer lo que pasa más allá de mi oficina... Bueno, lo que sí ha pasado es que hemos tenido dos buenos payasos. Uno es negro y se llama Bolt. Hace sus payasadas delante de la cámara y luego se pone a correr y ya ni le ves. Como te quites un pelo del hombro y vuelvas la cara a la tele ya están poniendo el telediario. Ahh, se siente. Pero ha habido otro payaso mejor este verano, el Joker. Da miedo de verdad, como las arañas de la casa de mi pueblo. Mi santo y yo fuimos a ver al Joker al cine. Pusieron un trailer de “Los girasoles ciegos” y yo indignada con que el cine español seguía con sus guarrerías de siempre. Dicho esto se sienta a nuestro lado un tipo que se parecía a Pedro Almodóvar. No, no se parece, ¡qué co... piiiiiiii! ¡Es el mismísimo Pedro Almodóvar! Y en ese momento no se te ocurre otra cosa que acercarte al oído del santo y susurrarle por lo bajini: ¡¡Peeeeeeeeedroooooo!! El ser humano es tonto de remate. Yo sólo le miraba a ver qué hacía. Llevaba una bolsa de plástico que hacía mucho ruido, un paraguas, un bolso y bebía de una botella de agua. Se colocó unas gafas para ver mejor. A mitad de la película salió del cine. A lo mejor llamaba a Christian Bale para ofrecerle un papel en su próxima película. Si lo sé, le digo que se prepare para enseñar sus cosillas, que con Pedro ya se sabe. Todo al aire libre. La peli terminó y antes de que se encendieran las luces y le viera todo el mundo se marcha, más cargado que una mula. Pero hay una cosa que se ha dejado: la botella de agua. Anda que si la vendiera yo en ebay... Pondría un mensaje al lado: “Media botella de agua de Pedro Almodóvar utilizada mientras veía en el cine Princesa de Plaza España la película “El caballero oscuro”. Me fui sin la botella y en casa me acordé de una cosa: menos mal que no escuchó mis insultos al cine de guarrerías español...

¿Foto?: Sara Tancredi también se pirra por los periódicos gratuitos.

martes, 1 de julio de 2008

Number five: ¿Una aceitunita?

En medio de unas callejuelas estrechas y todas iguales, abarrotadas de gente, calor y tiendas, un escondrijo que conduce a una pequeña plazuela (¿plazuela existe?) donde no hay nada más que bidones y bidones de aceitunas.
- Madre mía... ¡qué de aceitunas!
- Que por que no nos cabe en la maleta, si no me llevaba yo uno de esos a casa.
- Podéis probar una si queréis.
Una, dos, tres, cuatro y hasta veintiocho por lo menos, de todos los colores y sabores.
- Dije que podíais coger alguna pero no todas... ¡Cómo gocheáis!

1) Adivinad quién dice qué.
2) ¿Quién o quiénes son los “gochos” de esta historia?

¿Foto?: ¿En el paraíso habrá tanta aceituna?

lunes, 30 de junio de 2008

Number four: Europe’s living a celebration

Mira tú qué bien me viene la fotillo para ilustrar la foto del día que inunda la actualidad. Por si alguno no se ha enterado aún, hemos ganado a Alemania en la Eurocopa. Lo saben hasta los neoyorkinos que lo han leído hoy en su “The New York Times”. Ésta quizá sea mi favorita de entre todas las fotos que hice en Casablanca porque resume un poco cómo es la ciudad: tiene mar, clima cálido y dos generaciones muy diferentes: una donde las mujeres mayores aún tienen por costumbre cubrirse la cabeza, otra donde la nueva generación abraza Occidente y todo lo que de allí procede, incluido el fútbol, del que Marruecos suspira apasionado. A los chavales les encanta el fútbol. No se bañan en la playa. El agua se aburre mientras contempla cómo los niños (y no tan niños) juegan al fútbol en la orilla enfundados en camisetas de Kaká, Torres o Val Nistelrooy. Ya puede llegar un tiburón a la orilla que nadie se percatará de ello. Una pasión por el fútbol europeo que Casablanca va impregnándose al igual que hoy se empapa el resto del mundo tras la Eurocopa de Austria y Viena. Anoche yo no tenía puesta la camiseta del Barça, como la que tiene el niño, ni siquiera la de España. Unos trocitos de queso manchego (sí, tierra de Iniesta) fueron mis únicos acompañantes patrios para ver el partido, ya que ni familia, ni amigos ni mi querido santo me acompañaban en una noche que se intuía que iba a ser apoteósica. Ayer me di cuenta que me pone triste estar sola en casa... pero más triste me parece ver sola un partido de fútbol. Mi canto al gol de Torres fue un canto descafeinado. El eco, al menos lo puso la calle. Goles son amores, pero los goles, (como los amores) mejor si son acompañados. Conclusión: compañía para la próxima vez. Pero a ser posible, querida selección, que sea antes de otros 40 años.

¿Foto?: De charleta por la playa

martes, 17 de junio de 2008

Numbers two and three: La pitanza

En nuestro periplo por Casablanca lo más divertido fue la hora de la pitanza. Digo divertido porque ver a mi santo comer esa rica fuente de pescado, gambas y calamares fritos si un usar un sólo dedo tiene su mérito, os lo digo yo que he sido testigo. La forma de comer del resto de los comensales, entre los que me encontraba yo, fue lo más parecido a esos banquetes de Asterix y Obelix, llenándonos de grasilla hasta el codo y más allá. Y qué decir del cous-cous. La foto no hace justicia al tamaño descomunal de la fuente que generosamente la familia de Hicham quiso compartir con nosotros. Al parecer es el plato del “viernes”, como aquí la paella los domingos. Fue un momento muy muy especial cuando nos repartieron una cuchara a cada uno y comimos todos del mismo plato. ¡Me sentí como una auténtica mora! Y aunque no es de mucha costumbre rajar mientras se come, yo antes muero si no hablo. Para rematar la faena, tomamos 800 vasos de un té casero muy azucarado en una sala de “Las mil y una noches” donde toda la familia desaparece como si nada (también es su costumbre) dejando a los invitados que planchen la oreja solos y a gusto...

¿Fotos?: Pescaíto frito y la piscina de cous-cous

lunes, 9 de junio de 2008

Number One: Blanco a cascoporro

Los marinos portugueses del siglo XV van a la colina de Anfa, donde está construida esta pequeña ciudad marroquí y se ponen a dar patadas a todo, a tirar cañones desde sus buques y destrozan todo lo que pillan. Tres siglos después, un sultán llamado Mohamed Ben Abadía decide reconstruir este lugar para preservarlo de más desembarcos lusos. La ciudad es llamada “Dar El Beida”, que significa literalmente: casablanca. Y se manda construir una mezquita, una madraza (como lo es mi madre) y de un hammam... un sitio público donde los árabes (tanto hombres como mujeres) se lavan y se relavan hasta quedarse igual que el color de sus casas. Yo fui a lavarme a un hammam y ahora me confunden con Michael Jackson...

¿Foto?: Vista de Casablanca desde terraza hotel

martes, 3 de junio de 2008

Siempre nos quedará Casablanca...

Mi santo y yo hemos viajado a la ciudad que tiene nombre de película... y una película que por cierto no se rodó ni una sola toma en la susodicha ciudad marroquí. Hay que decir que Bogart y Bergman eran un poco sosos, no como mi santo y yo, que hemos comido cous-cous casero del mismo plato y nos hemos subimos con taxistas suicidas y sobrevivimos y todo. Muy pronto, las mejores tomas de la Casablanca... de verdad.

¿Foto?: Bogart y Bergman en exposición Festival de Cine de Sitges 2007.

viernes, 9 de mayo de 2008

¡Congratulations!

Hay unas pegatinas en forma de estrellitas azules pegadas en el suelo del metro de Moncloa que nos recuerdan que hoy, 9 de mayo, es el Día de Europa. Y acompañadas de fotos de Estonia o Eslovaquia muy muy chulas. Así que eso, congratulations (pero no te me enfades Massiel) para ti que eres europe@ y no te habías enterado de que este es tu día. Y aunque tengas que currar, no te agobies, hombre, que yo aquí te voy a poner unas fotillos de algunas joyitas de ciudades europeas que he podido visitar y que espero que te alegren un poquillo más el día. ¿Es o no es potita Europa?
P.D.: ¿Conocéis los sitios?

martes, 6 de mayo de 2008

Sonría, por favor

¡He vuelto! (Aunque en realidad nunca me había ido... lo prometo por Prometeo) Y espero que muchos hayáis sonreído por ello. Al menos una tibia mueca de los labios para arriba, que os digo que sonreír es muy bueno. En realidad no lo digo yo, lo han dicho los médicos, filósofos, psicólogos desde que el mundo es mundo, y además hace poco ha salido a la luz (¿es que antes estaba en la penumbra?) un libro donde un señor recopila estudios que se han realizado a seres humanos para ver qué sonrisas eran falsas y cuáles verdaderas. Resulta que en la sonrisa verdadera fruncimos también los músculos de los ojos, de tal forma que se forman arruguitas bajo ellos, es decir, que “reímos” con ellos. Si no hay arruguitas, no hay sonrisa verdadera. Ahora entiendo yo la sonrisa de la esposa de Eliot Spitzer, cuando su maridito, el ex gobernador de Nueva York, declaraba ante la prensa que estaba involucrado en un proceso de prostitución. Tengo la foto del matrimonio en la pared de mi oficina y ella le medio sonríe… más falsa que Judas. Más falsa que esas fotos de carné que nos hacemos para el DNI, donde nos obligan a sonreír sin ganas. Qué malas personas. ¡Que nos dejen sonreír cuando nos apetezca! Fijaos que andaba yo el otro día por la calle cuando me intercepta una chica y me dice “perdona, estamos haciendo una encuesta para chicas menores de 19 años…”. Ja. Qué de arrugas me salieron...

¿Foto?: Cheseeeee

martes, 5 de febrero de 2008

Helado VERSUS desánimo

Mi santo hace un versus todos los lunes... yo también quiero tener el mío, oye. En esta ocasión os pongo el consejo de un padre a su hijo que está depre. El mejor párrafo de un libro malo malísimo que todavía me estoy leyendo (qué buena que soy que no os doy el título para que no sufráis). Ahí va:

“... Tienes un buen empleo. Pero ya que quieres un consejo, te diré una forma de mantener alto el ánimo. Acuérdate de esto. De algo que me dijo un día tu abuelo. Era su modo de combatir el desánimo. Cuando te sirvas la primera taza del día, si te sientes fatal, añade un poquito de helado. Alegra. Luego te pones en marcha como cada cual, como te he dicho, pero llevas el helado dentro. Olvídate del arte. Confía en el helado.”

Claro que confío en el helado... y en el acompañamiento en general. No es lo mismo tomarte un café pelao y mondao a acompañarlo de un rico cruasancillo, un bombón o un pedacito de tarta. Vamos, por si no lo sabíais a mi el dulce me eleva el espíritu... al igual que me va elevando de talla, también hay que decirlo. Soy una “dulcita” que no tiene remedio. En fin, confía en el helado... y sé feliz.

¿Foto?: Capuchino y tarta de miel: receta anti- tristeza

lunes, 28 de enero de 2008

Por qué la luna tiene tanto acné y otras preguntas sin sentido

¿Por qué las etiquetas de Zara son más largas que la prenda en cuestión? ¿Y por qué son tan ásperas? ¿Y por qué aunque las cortes siempre hay algún piquito de la etiqueta que siempre se queda y te sigue pinchando la carne?
¿Por qué en todos los bolsillos de los pantalones del armario siempre encontramos algún buñuelo de kleenex? ¿Y por qué nunca encontramos un billete de cinco euros? ¡Con la ilusión que nos haría!
¿Por qué cuando hablamos con el móvil acabamos con la oreja tan sudorosa?
¿Por qué en todas las casas de los pueblos hay un cuadro de ciervos, un botijo y una despensa con un caja de lata del cola-cao de los años ‘70?
¿Por qué cuando tienes el pelo largo te pones cacao de labios, siempre siempre sopla el viento y todos los pelos se te quedan pegados a los labios?
¿Por qué cuando te cortas las uñas de los pies siempre hay alguna que hace un salto olímpico y sale disparada no se sabe dónde?
¿Por qué los caramelos que son verdes nunca saben a menta?
¿Por qué cuando pides una cita médica te la dan meses cuatro meses después? ¿Les da igual que me muera antes?
¿Por qué hay que tirarse esos pellizcos horrorosos para subirse las medias?

¿Foto?: ¿Quién es ese chico? ¿Por qué está tan empapado? ¿Y por qué nos da la espalda?

domingo, 20 de enero de 2008

12 con 50 son 12 con 50

La semana pasada salí muy contenta yo de la coral con mis 12 con 50 euros que gané con las participaciones de la lotería de navidad pasada. Es el dinero por cada papeleta comprada. Y hay que estar contentos, porque 12 con 50… son 12 con 50 oye, que menos da una piedra. De hecho, con ese dinero pensé comprarme un Mc Menú y de postre ir al Starbucks a pedir un café con una muffin mientras dejo que el sofá orejero me trague durante unos minutos, pero me fundí mis 12 con 50 en una sesión de cine en versión original en Los Verdi. ¿Qué peli ví? La intuición me dijo que viera “This is England”. Una de esas pelis que no vería ni el Tato, pero el día que me encuentre al Tato se lo voy a recomendar sin duda alguna. Una película rodada en un pueblo feo de Inglaterra, hecha con muy poco dinero, con actores que no han actuado en su vida… y que sorprendentemente te dan una lección magistral de interpretación que temblaría el mismísimo De Niro. ¿Cómo era posible que aquello que era tan bueno tenía que tener un fin? Y los títulos de crédito llegaron y trajeron de forma natural unos lagrimones que saltaron a borbotones por mis mejillas. Y mira que me da vergüenza a mí llorar en público, pero vinieron solos, yo no los avisé. Si yo fuera dueña de ese cine no hubiera encendido las luces hasta 10 minutos después de terminada la película. Porque no se si os pasará pero a mí me gustaría que me regalasen unos minutos más de oscuridad para digerir la película en esa butaca ya calentita. Y poder reír abiertamente, sonreír a gusto recordando una escena, o llorar mares si a una le apetece llorar a mares… todas esas cosas sin que nadie te esté mirando a la cara. Que luego la gente se levanta, parece que todos nos buscamos la cara, y a mí me miran y me roban un poco esa magia que me ha dejado la película y que me gustaría tener sólo para mí. ¿Conclusión? Los 12 con 50 me hicieron llorar y no engordar. No está mal, ¿no?.

¿Foto?: El osito Bobby de paso por España

viernes, 11 de enero de 2008

Oh Christmas Tree

Si ya estamos a 11 de enero, ya lo sé, pero quería enseñaros una estampa navideña de mi santo viaje a Frankfurt... Santo porque mi santo viajaba conmigo, no por otra cosa. Una ciudad pequeñita (como mi habitación), limpia (como quiere mi madre que esté mi habitación) y moderna (adivinad en qué sitio hay ropa del año 1997...). ¡Y qué bonita estaba Frankfurt en Navidad! Con tantos adornos en las calles, tantos mercadillos navideños... parecía que estábamos dentro de un anuncio navideño hecho por el empalagosillo Tom Hanks... y no en la caca de Paseo de la Castellana de Madrid, tan sosamente iluminada. Por cierto, que comer, los alemanes se pasaban todo el día comiendo por la calle... y como dice el refrán que dice que “allá donde fueres haz lo que vieres”, pues nosotros venga comer y beber para asemejarnos a ellos. Y como la cerveza es demasiado FRESQUITA para el invierno, la sustituyen por vino dulce caliente. Que calentar calienta, pero a mí me tira más un Pedro Jiménez que ese mosto de manzana frankfuriano. Ay que ver cómo me tira el Pedro y la tierra... Bueno, la foto mezcla lo urbano con lo tradicional. Un skyline financiero que en Navidad acoge sin problemas cientos de casetas perfectamente decoradas para la época. En resumen, gusto por el merca-shopping; gusto por el arte, ahí está la torre de la Iglesia de San Pedro; y gusto por las finanzas, con la Torre Commerzbank a la derecha. Diseñada por cierto por Norman Foster y sede del Banco Central Europeo. Aunque a mí me parecía más bien salida de un cómic de Batman, ¿no os parece?

¿Foto?: Frankfurt se viste de Navidad

jueves, 3 de enero de 2008

Cambio lata de cangrejo real ruso por chorizo ibérico

Qué cosas tiene mi jefe. Pocos días antes de Nochebuena me llegó la cesta de Navidad a casa. Que en realidad queremos decir caja-cuando-decimos-cesta. Y con una lata de cangrejo real ruso dentro. Yo es que no soy de bichos de mar la verdad. Y menos de bichos tan grandes como los cangrejos. Tan grande, tan rojo... y ahí entero... quita, quita, qué miedito. Y encima un cangrejo de la realeza. Nada de un plebeyo cualquiera. Un cangrejo de postín, hasta con sus patas enteras, como reza la lata. Que al ser real lo mismo sale de la lata y se me pone a leer un mensaje navideño en ruso, como hace el Rey en Nochebuena. O me cruza esas patas que trae enteras y me obsequia con un bailecito autóctono. Los entendidos en esto de la alta cocina dicen que el cangrejo es una exquisitez, pero qué queréis que os diga, que yo no soy de finuras culinarias, que prefiero que me regalen un queso García Vaquero y un lomillo ibérico. O un salchichón de casa Tarradellas. Qué plebeya que soy...

¿Foto?: Lata de cangrejo real ruso. Imagen “real”.