domingo, 28 de marzo de 2010

La 'Alicia' de Burton es un pestiño

Parafraseando a mi madre (que ahora que estoy lejos de casa, me vienen a la cabeza mil dichos suyos, tipo "más floja que un puñao pelusa" o "cuando no hay lomo de todo como"), la "Alicia" de Burton es francamente un soberano pestiño. Sí, amigos lectores, mi santo y yo ya hemos visto en un cine de Dublín la última película de mi querido director Tim Burton, una nueva versión del clásico de Lewis Carroll, pero nos pareció de lo más flojuna de todo su repertorio.

En primer lugar, como si Burton la hubiera rodado sin ganas, la película parece un remiendo de otras anteriores, ya que coge paisajes, formas, colores y todo lo que puede de "Sleepy Hollow", "La Novia Cadáver" y "Charlie y la Fábrica de Chocolate" y con todo ello hace un mejunge para contarnos una historia paupérrima de una niña pija y rica, que encima está interpretada por una actriz inglesa de lo más sosa y acartonada.

En segundo lugar, ¿siendo Tim Burton el que anda tras el proyecto no se espera algo más espectacular? De brillante nada, que la película parece un telefilm flojuno de la sobremesa del sábado de Antena 3. Por lo que verla en 3D no es nada recomendable, porque no te pierdes nada con tanto primer plano.

En tercer lugar, "Alice" está llena de personajes que rozan lo odioso y que se olvidan de la función para la cual están construidos: enamorar el espectador. El conejo blanco está para estrangularlo, la lirón resulta antipática porque no para de decir que esa Alicia no es la verdadera 'Alicia'. El gag que tendría que ser gracioso resulta muy cansino. El gato es desagradable. Anne Hathaway repele porque está más que fea en la película (y además da dos o tres arcadas de lo más extrañas y sin venir mucho a cuento) y para el remate, el Rey de Corazones no da nada de miedo como malo de la historia.
¿Pero es que no hay nada salvable en la película? Claro que sí, la banda sonora de Danny Elfman, como siempre impecable, y la canción de Avril Lavigne que cierra la película y con la que te levantas al menos aliviad@ de la butaca.



Burton, a ver si te lo curras más en la próxima. Porfa.

jueves, 25 de marzo de 2010

7 meses y un día en Dublín para darse cuenta de que...

... en Dublín no hace tanto frío y llueve menos de lo que parece
... si sale el sol hasta la ciudad parece bonita
... la gente cena a las 8 pero se va a la cama a medianoche
... a la gente le gusta más el 7Up que la Coca-Cola
... no hay donuts de Panrico. Sólo bollos rellenos de pasas llamados Danish
... no es lo mismo white coffee (dos 'shots' de café, más leche) que latte (un 'shot' de café, más leche) o black coffee (un 'shot' de café, más agua hirviendo)
... puedes llevar un paquete de 12 rollos de papel higiénico bajo el brazo y salir a la calle sin morirte de la verguenza
... el pescado está muy caro y la leche es barata y muy rica
... hay más bebes por metro cuadrado que baldosas en las calles
... las chicas irlandesas van demasiado pintadas
... se echa de menos una tapa con la cerveza
... nunca entenderemos el acento dublinés

Nuevo look 'fresh'

He aquí el resultado (fresh, claro) de mi nuevo blog, que se debe 100 % a mi querido santo, que ayer me suplicó que si podía cambiar el diseño de mi blog. Yo le dije: "bueno, vale, cámbialo, si quieres". Porque yo, con lo perezosa que soy para estas cosas, ni se me pasa por la cabeza. Él, más contento que un niño con una bolsa de petas zetas, se lanzó a la aventura estética y en diez minutos así me dejó la página. ¿No ha quedado mal la cosa, no?

miércoles, 17 de marzo de 2010

La maldición del frega-platos español

Nunca he sabido si es friega o frega, pero teniendo en cuenta que en España somos como somos, o sea, algo paletos, nos quedamos con lo de frega. En el resto del mundo el 'frega'-platos se conoce como kitchen porter, que parece que queda guay decirlo, pero en realidad sigues siendo el que limpia la mierda de los cacharros. En Dublín les gusta coger en los restaurantes a chicos españoles como 'frega'-platos, pero vamos a empezar a decir que están todos malditos. En cuatro años de vida, el restaurante donde trabajo ha tenido 4 chicos españoles lavando platos... todos ellos abandonaron el trabajo entre gritos y quejas, sin previo aviso. Hartos de los cacharros, hartos de las horas interminables con los trapos sucios (y nunca mejor dicho). Empieza a circular la leyenda de que el kitchen porter español está maldito. Yo esta tarde trataré de eliminar la maldición: voy a ser la primera mujer que limpie en una cocina... (se entiende pública, porque en la mía no paro) y espero sobrevivir en el intento. Spanish boys, va por vosotros.