viernes, 22 de junio de 2007

Pica-Pica

En ocasiones veo muertos, decía el niño de El Sexto Sentido. Pues a mí en ocasiones me pasan cosas raras. Si no me creéis, atentos a lo que me pasó hace aproximadamente un año por estas fechas. Dos amigas mías a las que le relaté la peripecia se rieron bastante, espero que vosotros... también lo hagáis. Salía yo de trabajar en una soleada tarde de verano y me dirigía a un restaurante a cenar con una amiga cuando por la calle note un picor en el muslo. Seguí andando, sin darle mayor problema hasta que volví a sentir la misma sensación. Y en ese momento me acordé. Tuve ahí mi déjàvu. Fue hace unos años, en el pueblo de mi padre, a la salida de un entierro de un tío abuelo. Bajando por un camino de arena note de pronto un picor fuerte en la pierna, y en seguida otro, y otro más. En seguida caí. ¡Tenía un bicho debajo del pantalón! ¡Pero sí lo llevaba largos y de pitillo! ¿Cómo pudo llegar hasta ahí? Qué pánico me entró. Y sin estilo que valga tuve que me bajarme los pantalones en medio de la familia y ya de reojillo me pareció ver que se alejaba un bicho. Aclaremos, un bicho carnívoro, puesto que se llevó entre sus patitas tres trocitos de carne de mi muslamen izquierdo. Aún conservo las marcas en un perfecto triángulo isósceles (dos lados iguales, el tercero ya no). Pues bien, ahí estaba yo, años después, en medio de la calle Princesa, abarrotada de gente, con ALGO que se movía por mi pierna. ¡Y no me iba a bajar los pantalones en medio de la calle para que se fuera! Había que pensar rápido, como en las películas. Y lo ví claro: tenía que meterme en una tienda corriendo. ¿Pero cuál? Ya eran las ocho y pico y casi todas estaban cerradas. Sólo había dos opciones, una joyería o una farmacia. Opté por la farmacia y atentos, porque esto es lo que le dije el buen señor que me recibió en el mostrador: “Oiga, por favor, ¿podría irme al fondo porque me tengo que bajar los pantalones porque creo que se me ha metido un bicho por debajo?”. Todo de carrerrilla. Parpadeo extraño del hombre. Pero reacciona. “Sí, pasa ahí dentro que hay un baño”, le oí bajito. Corriendo cual gacela me meto en el baño y de allí no salgo hasta comprobar que el inquilino/a se había ido. No apareció... pero ahí estaba un granito rojo bien hermoso de nuevo en el muslamen izquierdo. Dando las gracias al buen señor de la farmacia, que debió pensar que estaba majara perdida, salgo sudorosa a la calle. Bichooo, ¡¡te gané la batalla!! Pero ahora que pienso... dicen que no hay DOS sin TRES, ¿no? Argg.
¿Foto?: Aquí mora un insecto asesino, danger.

1 comentario:

Clark Kent dijo...

¿Dos veces te picó un bicho en el mismo sitio? ¿Has pensado que a lo mejor era... EL MISMO BICHO? Sí, sí, ya sé que los bichos tienen una vida corta, pero igual que nosotros tenemos a nuestras personas favoritas, ¿por qué no iban a tener ellos a sus víctimas favoritas? Y por cierto, ¡menos mal que te picó en el muslamen y no cerca de la orejilla! Que entonces tendría que haber llegado el Samur de Urgencia... ya sabes... ;-)

Yo hace poco también entré en una farmacia con una urgencia muy urgente... aunque no me dejaron pasar a la rebotica... Hay que darle las gracias a ese farmacéutico amable. Quizá le pasó lo mismo alguna vez en la vida. La primavera la sangre altera. A los bichos también.
-CK