lunes, 14 de febrero de 2011

El mejor peor Día de San Valentín

11:15 de la mañana preparo un café para llevar mientras dos clientes entran, les ofrezco el menú y se sientan en una esquina del restaurante. Otra pareja de ejecutivos sentada en una mesa junto al cristal de la entrada pagan y abandonan el restaurante. En ese momento, una pareja formada por una mujer y un hombre entran y deciden sentarse en la mesa que acaban de abandonar los anteriores clientes, con la consiguiente prisa de tener que recoger las tazas, platos, etc y limpiar a toda prisa la única mesa sucia del todo el resturante. Amablemente les digo que si no les importa sentarse en alguna mesa de interior del restaurante que esté limpia, porque limpiar me va a llevar unos minutos y tengo cafés que preparar. Ni puñetero caso, que se quieren sentar ahí y ahí es donde se sientan. Así que termino de hacer el café "'take away" a la clienta, recojo los chacharros sucios de la mesa y voy corriendo a tomar la orden de la mesa de la esquina. De vuelta a la máquina de cafés a preparar los tés que me han pedido y de paso a tomar la orden de dos señoras que acaban de entrar y me llaman violentamente desde la otra mesa que hay junto al cristal de entrada. Oye perdona, ¿la sopa del día? Brocoli, contesto yo. Pues yo quiero la sopa del día que viene con la oferta. Sopa y ensalada. No, lo siento,la oferta especial es sopa más sandwich pequeño. Pues yo quería ensalada, que soy vegetariana. ¿No podéis poner media ensalada? No, sólamente hacemos la ensalada completa y además la oferta es sopa más medio sandwich. Pues a ver qué voy a comer entonces si no hay sandwiches vegetarianos. Tenems sandwich de atún. Uy, atún, no me gusta. Si quiere le ponemos la sopa y un sandwich en pan de semillas, con lechuga, tomate, cebolla roja, un poco de queso... Vale, con queso cheddar entonces. Lo siento, no tenemos cheddar. El queso comte se parece bastante. Vale, pues con ése. 10 minutos para tomar una orden y el señor de la otra mesa junto a la entrada me exige pasar la bayeta a la mesa. Si, deme un minuto, ahora voy. Le limpio la mesa y le pregunto qué quieren tomar. Dos cafés con leche y scone. Lo siento, se nos han acabado los scones. Bueno, pues un croissant. Me giro y voy a meter el croissant en el horno para que esté calentito. Pero el señor me grita cuando estoy de espaldas y me pide que le corte el croissant en dos mitades, para compartirlo con la otra mujer, supongo. Claramente una acción que él mismo debe ser incapaz de hacer en la propia mesa con el chuchillo que tiene delante. Cuando por fin llevo las dos mitades del bollo y los cafés a la mesa, me doy cuenta que tengo los tés de la mesa de la esquina a medias. Rematamos la jugada con una nueva llamada de la mujer vegetariana que me pide que también le pase la bayeta a su mesa. El coraje que me entra es tal que me pongo de tan mal humor, pero de un malísimo humor que exploto y me pongo a llorar. Y me pasa ahí, delante del restaurante. Y no puedo parar. Y mi jefa, que me abandonó por tener que resolver asuntos en la oficina contigua, regresa y asiste en vivo y en directo a mis lagrimones en los probablemente peores quince minutos de mi historia en este restaurante. Le pido que me deje poner algún lavavajillas para que no me vea nadie mientras se me pasa la llorera. Media hora después le explico el por qué de tanta lágrima. Me da un abrazo, le doy las gracias y le digo que deberíamos poner un saco de esos de boxeo para descargar nuestra ira ante clientes de ese tipo. Ahí, en el cuarto de los lavavajillas, donde el cliente no lo vea. Se ríe del chiste. Al final de la mañana, un grupo de jóvenes que abandonan el restaurante tras comer, se dejan una rosa roja olvidada en la mesa. Le llevo la rosa a la última chica que alcanzo en la puerta de entrada. No, no la he olvidado, la he dejado para tí. ¿Para mí? Sí, para tí. Muchas gracias, le digo.
Como yo decía, el mejor peor San Valentín de mi vida. ¿Qué me deparará el siguiente?

4 comentarios:

JR del Rosal dijo...

No hay suficientes rosas en el mundo para compensar una lágrima tuya.

Pero me alegro de que el día te ofreciera una tregua.

:-)

Javi dijo...

Admiro tu capacidad de extraer poesía de la vida cotidiana. Y me conmueve que hayas podido recibir consuelo.

No estás sola.

Aire Fresquito dijo...

La verdad es que no sólo me llevé a casa la rosa roja sino un delicioso pedazo de tarta de zanahoria gratis que la jefa no me quiso cobrar... así que no tengo ninguna duda de que existe un ser mágico sobre nuestras cabezas que siempre acaba compensando un mal día ;-)

Lolita blues dijo...

Vales mucho, Lois, que nadie te amargue el día.

Un besote!