Esta mañana, cuando mi santo y yo hemos salido a hacer una de nuestras ilusionantes compras al supermercado (vale, ilusionantes más bien para mí) he tenido una revelación: he de evitar en lo posible que mi madre (si es que alguna vez se sube al avión y me visita) pise Chinatown. El Chinatown de Dublín está justamente situado en Parnel Street, que es la calle al lado de nuestra casa y que nos comunica con el centro de la ciudad. Pero es una calle de lo más particular, innundada de múltiples negocios orientales, afromericanos (con peluquerías de dudosa calidad), de Europa del Este y un par de pubs irlandeses de lo más escalofriantes. Vamos, bares de mala muerte, como diríamos en España, donde eso sí, la pinta cuesta una media de 2,50 euros, la mitad que en cualquier pub de la ciudad, pero te arriesgar a entrar... y quizá a no salir del antro jamás. Y qué gente más rara camina por la calle. Pero rara de verdad. El otro día había uno que asaltaba a los que paseábamos con un "Sory", Sory" para preguntarles a grito pelao que si tenían hora. Esta mañana había un señor que caminaba hacia atrás, como los cangrejos. Como los árbitros de fútbol. Pero más metros. Como en plan "soy un un irlándes raro y así es como camino. Quitaos de mi camino".
En fin, que el patio de mi casa es (muy) particular...
¿Foto?: La placa avisa
2 comentarios:
Lo del tipo caminando hacia atrás ha sido insuperable. Qué maestro, cómo controlaba. Hablando por el móvil y todo.
Tenemos que entrar un día en el pub de mala muerte irlandés, y lo sabes.
Y hay que volver a algún chino a ponernos finos.
Tenemos muchas citas pendientes, sí. Pero al pub de mala muerte habría que entrar armados con navajas por si las moscas... ;-)
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